Mientras buscábamos una casa, mi esposa y yo nos hicimos amigos instantáneamente del agente inmobiliario. Todos disfrutamos nuestro tiempo juntos y nos reunimos regularmente. Incluso le dimos el evangelio mientras mirábamos casas. Nos habíamos propuesto en nuestra próxima reunión compartir el evangelio con nuestras Biblias en la mano. Luego recibimos una llamada telefónica de su colega diciéndonos que se había suicidado espantosamente, dejando atrás a un marido y una hermosa hija de cinco años. La noticia nos golpeó como una tonelada de ladrillos. Si bien buscar la casa adecuada era importante y darle el evangelio verbalmente era un comienzo, le fallamos miserablemente a esta alma perdida y no habrá una segunda oportunidad.
Pablo pide oración “…para que me sea dada palabra, para abrir con valentía mi boca, para dar a conocer el misterio del evangelio… para que en él hable con valentía, como debo hablar” (Efesios 6:19). Podríamos pensar que un apóstol o pastor siempre tiene la valentía de hablar con cualquier persona en cualquier lugar y en cualquier momento. Pero este pasaje muestra que a todos nos falta audacia en ocasiones. Como Pablo, debemos orar por la audacia adecuada. Luego deberíamos orar por varias otras cosas. En Colosenses 4:3, Pablo pide a los santos que continúen “…orando también por nosotros, para que Dios nos abra puerta de palabra, para hablar el misterio de Cristo…”. A veces es apropiado iniciar una conversación sobre asuntos eternos. Pero es maravilloso cuando Dios obra de tal manera en el corazón de un alma perdida que abre la puerta, permitiéndole presentar el plan de salvación de Dios. Un ejemplo sería Lidia, en Hechos 16:14, “…cuyo corazón abrió el Señor…” cuando Pablo compartió el evangelio con ella. Así que oren por puertas abiertas. Ore para que el Señor le dé convicción poderosamente, a través del Espíritu Santo, antes y durante su tiempo de compartir el evangelio. En 2 Tesalonicenses 3:1, Pablo pidió oración para que, cuando ministrara la Palabra, “la palabra del Señor corra libremente”. Por eso es apropiado que oremos para que el poder y la eficacia de la Palabra de Dios en el evangelio se alojen en el corazón sin obstáculos.
Seguramente hay alguien en tu camino que está perdido y encaminado al castigo eterno. Aprende de nuestro error. Aprovecha la oportunidad ahora. No tardes en compartir el evangelio, porque quizás no les quede mucho tiempo. Ora por corazones preparados, luego ve a compartir el evangelio hoy.