Las primarias presidenciales ahora están en pleno apogeo, con casi todos los candidatos hablando con confianza sobre ganar, pero durante mucho tiempo ha sido una pregunta cuánto significan estas primarias. Algunos, de hecho, han comenzado ganando en las primarias y han llegado a ser presidentes. Pero a otros les ha ido bien en las primarias, pero ni siquiera han estado cerca de ser nominados por sus propios partidos.
Es algo así con la fe. Los primarios son como el asentimiento mental o la fe intelectual. Antes de que una persona pueda ser salva, debe, por supuesto, saber acerca del pecado y la salvación y debe dar su asentimiento mental a lo que la Biblia dice acerca de estas cosas. Debe estar de acuerdo en que Cristo murió por los pecados del hombre.
Pero, aunque la fe intelectual es un buen comienzo, no es suficiente para salvarte. Debes continuar desde allí para confiarte a Cristo, quien murió por nuestros pecados (I Cor. 15:3), de lo contrario tu fe intelectual no te habrá hecho ningún bien.
Dios quiere que nuestro corazón confíe; es esta clase de fe la que le honra, y es esta clase de fe la que salva. En Romanos 10:9-13 Él dice:
“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; y con la boca se confiesa para salvación. Porque la Escritura dice: Todo aquel que en Él creyere, no será avergonzado… Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Si Cristo no es un Salvador vivo y resucitado, no es un salvador en absoluto. Debemos creer esto en nuestros corazones si vamos a invocarlo para salvación.
Gracias a Dios que “se mostró vivo, después de su pasión, con muchas pruebas infalibles” (Hechos 1:3) y que millones han encontrado la paz y el gozo de los pecados perdonados a través de la fe en el Señor Jesucristo y su obra redentora en el Calvario.