“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3:14).
Cuando golpea la adversidad, el mundo sigue diciéndonos: “No dejes que eso te deprima”, pero los creyentes en el Señor Jesucristo han aprendido que es bueno dejar que los problemas y las dificultades los depriman, de rodillas.
Un evangelista nativo de África se sentó afuera de su choza desanimado e infeliz. Los problemas y la desilusión habían traído “gran frialdad” a su corazón y parecía dispuesto a darse por vencido. El Señor, sintió, lo había abandonado por completo. Mientras estaba allí sentado, sin embargo, su hijita seguía dándole codazos y diciendo: “Papá, entra y ora”. ¡Finalmente funcionó! El evangelista entró, abrió su corazón a Dios y se levantó sintiéndose seguro de que el Señor lo ayudaría.
Es bueno para nosotros ponernos de rodillas ante Dios. No hay actitud más apropiada para el pecador redimido. Y mientras oramos, a menudo entrecortadamente…
“El Espíritu también nos ayuda en nuestras debilidades; porque qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
“Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”
(Romanos 8:26-28).
“Por nada esteis afanosos; antes bien, en toda oración y ruego, con acción de gracias, sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios.
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento. guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6,7).