Es maravilloso tener la plena seguridad de la salvación, y es la voluntad de Dios que cada uno de nosotros disfrute de esta seguridad. Hacia el final de su vida, el apóstol Juan escribió por inspiración divina:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna…” (I Juan 5:13).
Hay tres bases sobre las cuales los creyentes en Cristo pueden disfrutar de la plena seguridad de la salvación: Primero, Dios exhorta a todo verdadero creyente: “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…” (Hebreos 10:22). . Esta es la plena seguridad que resulta de simplemente creer en Dios; tanto como un niño cree implícitamente lo que su padre ha dicho y está absolutamente seguro de que es verdad. Dios dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36). Simplemente, y con buena razón, podemos creer Su Palabra y disfrutar de la plena seguridad de la fe.
Segundo, podemos disfrutar lo que Heb. 6:11 llama “la plena certidumbre de la esperanza”. La esperanza de la Biblia, sin embargo, no debe confundirse con desear. La “esperanza” del cristiano es “un ancla del alma, segura y firme” (Ver. 19). Viene de haber probado a Dios. Así, la plena seguridad de la esperanza es la confianza que resulta de haber aceptado la Palabra de Dios.
Pero en tercer lugar, y lo mejor de todo, está lo que Col. 2:2 llama “riquezas de plena certidumbre de entendimiento”. Esta plena seguridad es la recompensa de Dios para los cristianos que estudian Su Palabra y Sus propósitos, comenzando con Su plan de salvación como se revela en “el evangelio de la gracia de Dios”. Cuando uno no sólo cree en la Palabra de Dios, sino que comienza a entenderla, no puede dejar de ser cautivado por su sublime racionalidad, su poderosa lógica y su provisión para sus necesidades más profundas, y así llega a disfrutar de “todas [las] riquezas del pleno conocimiento…”