Tres asesinatos brutales

by Pastor Cornelius R. Stam

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Todo estudiante de la Palabra debe conocer los tres brutales asesinatos en torno a los cuales gira toda la historia. Estos tres asesinatos representan la respuesta de Israel al triple llamado de Dios al arrepentimiento. Explican el pecado imperdonable y forman el trasfondo de la presente dispensación de la gracia.

Fue Juan el Bautista, el último de los profetas del Antiguo Testamento, quien fue enviado como precursor de Cristo para llamar a Israel al arrepentimiento. Fue decapitado por Herodes, el malvado y licencioso “rey de los judíos”. Después de Juan, el mismo Cristo retomó el grito: “Arrepentíos, que el Reino de los Cielos se ha acercado”. A él lo crucificaron. Luego, en Pentecostés, a Israel se le dio una tercera oportunidad para arrepentirse, hasta que derramaron sangre nuevamente, apedreando a Esteban hasta la muerte.

¡Debe notarse, también, que su culpa, así como su amarga enemistad, aumentó con el segundo y tercer asesinato! Si Israel hubiera respondido al llamado de Juan al arrepentimiento, Herodes nunca se hubiera atrevido a poner a Juan en la cárcel. Esto explica por qué nuestro Señor no hizo nada para liberarlo de la prisión, aunque esto había ofendido a Juan. No era suyo, sino de ellos hacer algo con respecto al injusto encarcelamiento de Juan y cada momento que pasó en prisión testificó en contra de ellos. Lea con atención Lucas 3:18-20; 7:19-29; y Mateo 14:1-11. En cuanto a la decapitación de Juan el Bautista, lo permitieron. En cuanto a la crucifixión de Cristo, la exigieron (Lucas 23:23,24). En cuanto al apedreamiento de Esteban, lo cometieron, echándolo fuera de la ciudad con sus propias manos y apedreándolo allí.

Y así esa generación en Israel cometió el pecado imperdonable que nuestro Señor advirtió que no sería perdonado, ni en esa época ni en la venidera. Así cerramos este artículo citando esos preciosos pasajes de las epístolas de Pablo que claramente NIEGAN la posibilidad de cualquier “pecado imperdonable” durante la presente “dispensación de la gracia de Dios”:

“Tenemos redención por Su sangre, EL PERDÓN DE LOS PECADOS, según las riquezas de Su gracia” (Efesios 1:7).

“Además, entró la ley para que abundase el delito. PERO DONDE ABUNDÓ EL PECADO, ABUNDÓ MUCHO MÁS LA GRACIA; para que como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 5:20,21).


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