Una noche, un edificio de apartamentos de gran altura se incendió y un hombre que vivía en uno de los pisos superiores quedó atrapado en su dormitorio sin salida. El fuego lo rodeaba y su destino parecía ser una fatalidad segura. Sin embargo, un valiente bombero subió voluntariamente una escalera para rescatarlo. Nadie diría que el bombero se equivocó o fue demasiado limitado al haber previsto sólo un camino para rescatar al hombre, porque de antemano no había salida. Es más, el bombero arriesgó su vida para asegurarse de que hubiera al menos una salida al incendio.
Comparando esto con nuestra difícil situación espiritual, no hay salida de nuestros pecados, pero “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Tim. 1:15). El Salvador dio Su vida voluntariamente para brindarnos la única salida al fuego eterno del infierno. No es demasiado limitado decir que sólo hay un camino hacia Dios. Sólo hay una manera en que podemos ser salvos de nuestros pecados: mediante el pago suficiente de Cristo por el pecado en la Cruz y Su resurrección. Sólo por la fe, confiando en que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó, somos salvos (1 Cor. 15:1-4; Ef. 2:8-9).