Se amable y manso – Tito 3:3

by Pastor John Fredercksen

Print This Article

Tenemos una familiar que a menudo es franca y bombástica. Ella hace todo lo posible por ser ofensiva, grosera, irrespetuosa y desafiante. Ella publica constantemente lo que incluso ella llama cosas “controvertidas” en Facebook. Luego, ataca verbalmente de una manera degradante a cualquier persona con la que esté en desacuerdo. Tal vez te has encontrado a alguien como esta persona. ¿Cómo se supone que los cristianos responden a tales malos tratos frecuentes?

Aprendemos de Eclesiastés 3:1 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Este pasaje explica que hay momentos en que hay  “… tiempo de callar, y un tiempo para hablar …” o “… romper, y tiempo de coser” (vss.7, 3). Dios no exige que simplemente recibamos los errores de los demás, seamos el felpudo de todos, o suframos en silencio sin importar a qué comportamiento ofensivo nos enfrentemos. Algunas veces debemos enfrentar los comportamientos abusivos. Sin embargo, esta no debería ser nuestra primera respuesta ni nuestra forma regular de responder. En Tito 3:2, Pablo nos da una regla general para guiar nuestra conducta cuando dice: “no hablen mal de nadie, que no sean contenciosos sino amables demostrando toda consideración por todos los hombres”. Debemos tratar de evitar conflictos siempre que podemos. Tratar a los demás con gentileza a menudo evitará problemas. Tener humildad y fortaleza en los momentos de presión es un buen testimonio para todos. Incluso, cuando somos muy maltratados, debemos “No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres” (Romanos 12:17-18). Si no es posible vivir en paz con un individuo, es apropiado objetar su comportamiento incorrecto, insistir en que se detenga, distanciarse del individuo o buscar la ayuda de otros para detener el abuso. Sin embargo, siempre debemos tener cuidado en nuestra actitud, reacción y motivos. Sería muy fácil permitir que nuestra carne tome el control y nuestras acciones se degraden al nivel del abusador. Nuestra ardiente meta debe ser mantener un buen testimonio para Cristo. Puede ser más fácil hacerlo si tenemos en cuenta cuán tontos éramos antes de ser salvos, y el propósito de vivir para Cristo. Pablo nos dice: “Porque en otro tiempo nosotros también éramos insensatos, desobedientes, extraviados. Estábamos esclavizados por diversas pasiones y placeres, viviendo en malicia y en envidia. Éramos aborrecibles, odiándonos unos a otros” (Tito 3:3).

Los abusadores a menudo son personas infelices, vacías y sin Cristo en sus vidas. Necesitan ver a Cristo en nosotros. Ora para que Cristo te permita tener fortaleza contra los malhechores.