Perfección – I Corintios 1:2

by Pasto John Fredericksen

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Cuando conocí a la mujer que se convertiría en mi esposa, estaba convencido de que era “la indicada”. Llamé a mis padres diciéndoles que había encontrado a la mujer con quien compartiría el resto de mi vida, y que ella era “perfecta”. continué ensalzando su belleza, encanto, amor por el Señor y más. Ella nunca se habría descrito a sí misma como perfecta, pero en mi opinión, sin duda lo era.

Cuando el apóstol Pablo inicia el Capítulo 1 de I Corintios, les recuerda a los creyentes que serán “irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo” (1: 8). Es importante que nos demos cuenta que hay dos aspectos en la perfección de un cristiano. El primero es nuestra posición ante Dios Padre. Porque, a través de la fe, hemos sido “hechos justicia de Dios en Él [el Señor Jesucristo]” (II Corintios 5:21). Nuestra posición ante el Padre ahora es la de perfección en la identidad del Salvador. El Padre ahora nos ve como santos y perfectos. Esta posición nunca cambiará. Nuestra práctica diaria después de la salvación también debe ser “perfecta”. Hemos sido “llamados a ser santos” (I Corintios 1: 2), y el Señor espera que busquemos vivir a la altura de la santidad. ¿Qué significa eso? En Filipenses 2: 14-15 se nos dice que esto incluye hacer “… todo sin murmuraciones ni contiendas, para que sean irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha…”. Un estándar de perfección incluye una actitud apropiada libre de argumento. El apóstol Pablo les dijo a los santos en Tesalónica: “… que todo su ser —tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo”. (I Tesalonicenses 5:23). El énfasis aquí es la pureza en la mente, la emoción y el cuerpo. Los tres son importantes. Si debemos comparecer ante el Salvador y “no … estar avergonzados” (II Timoteo 2:15), debemos consistentemente “trazar bien la Palabra de Verdad”. Sin embargo, asegúrate de digerir todos los versículos anteriores que muestran cómo vivir es tan importante como la forma en que entendemos la Palabra de Dios. También deberíamos estar motivados por la verdad de II Corintios 5: 8-11. En la eternidad, toda nuestra vida después de la salvación será juzgada, “sea buena o mala”, y todos “rendiremos cuenta a Dios” (Romanos 14:12).

Si bien la perfección en el estilo de vida no significa la ausencia de pecado, debemos esforzarnos diariamente por practicar la santidad genuina en todas las áreas. Aumenta tu nivel personal. ¡Llevas el nombre de Cristo!