Ofrecer obsequios – Mateo 2:1-11

by Pastor John Fredricksen

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Cuando los diplomáticos o jefes de estado extranjeros vienen a Estados Unidos para encontrarse con los principales funcionarios, habitualmente traen obsequios. Estos obsequios van desde simples chocolates hasta joyas u obras de arte por valor de cientos de miles de dólares. Por ley, estos obsequios deben entregarse al archivo nacional. Sin embargo, “en todos los casos, los funcionarios aceptan los artículos suntuosos porque la ‘no aceptación causaría vergüenza para el dador del obsequio y para los EE. UU’, según el documento proporcionado por el Departamento de Estado”1. Por lo general, no se intenta sobornar al destinatario. Solo es una costumbre arraigada desde hace miles de años, con la intención de demostrar respeto, aprecio, gratitud u honor. Por ejemplo, cuando la Reina de Saba vino a ver por sí misma la grandeza de Salomón, vino con “especias aromáticas, oro en gran abundancia y piedras preciosas” (I Reyes 10: 2).

A través de las Escrituras, Dios consistentemente enseña que la verdadera adoración del Señor siempre incluye ofrecerle regalos. David no aceptaría que alguien más ofreciera animales como sacrificio al Señor. Él dijo: ” No, sino que por su precio te lo compraré, porque no ofreceré al Señor mi Dios holocaustos que no me cuesten nada” (II Samuel 24:24). Del mismo modo, cuando los sabios vinieron “a adorar” al Salvador recién nacido, “abrieron sus tesoros y le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra” (Mateo 2: 2-11). El principio es el mismo en la Dispensación de la Gracia de hoy. El apóstol Pablo instó a los corintios a estar seguros, de manera regular y consistente, de ofrecerle al Señor “el primer día de la semana” (I Corintios 16: 1-3, II Corintios 8: 7, 9: 6-8). 

Aquí hay una importante lección práctica que no debemos perder. Cuando adoramos al Señor, debemos adorarlo primero entregándonos a Él como Sus siervos (II Corintios 8: 5). También debemos venir con alabanza y reconociendo su grandeza. Pero la adoración apropiada del Señor siempre debe proceder de un corazón agradecido por todas Sus abundantes bendiciones e incluir ofrecerle voluntariamente ese valor económico, ya que Dios nos ha hecho prosperar. Cuando adoren al Señor esta semana, no olviden darle un regalo digno de Su nombre y de todo lo que Él ha hecho por ustedes. Nuestra adoración simplemente no está completa sin dar.