“Porque ante todo os he enseñado lo que también recibí, que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (I Corintios 15:3,4).
Una Persona es nuestro Salvador y nuestra salvación. Una Persona es nuestro Dador de Vida y nuestra vida. Una Persona es nuestro Redentor y redención. Una Persona es nuestra justicia y santidad. Una Persona es nuestra paz y nuestra esperanza. Esa Persona es el Señor Jesucristo, “Jesucristo Hombre”, el “único Mediador entre Dios y los hombres”. Por Su sangre hemos sido acercados a Dios.
No necesitamos nada más que a Cristo; nada menos será suficiente o servirá. Agregar cualquier religión a Cristo mismo es desagradar a Dios. En Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. En Cristo están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo. El creyente está en Cristo. El creyente es aceptado en Cristo; completo en Cristo; sin condenación en Cristo; la justicia de Dios en Cristo. El creyente es bendecido con todas las bendiciones espirituales en Cristo. Cristo es la necesidad superlativa del mundo. Él es todo lo que necesitas, pero lo necesitas. Debes tenerlo, o te perderás para siempre.
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