Cuando de este mundo me despido, Venga Cristo o muera yo;
No temeré mi estado futuro, Ni tampoco entregaré mi alma al destino;
No es jactancia ni soberbia carnal, Ni valor natural tengo dentro;
Mi confianza no está en los credos humanos, ni en mis buenas obras religiosas.
Si el hombre, por las obras, pudiera ganar el cielo, entonces es cierto que Cristo murió en vano.
No había poder en la tierra que pudiera salvar, Ni ofrecer esperanza más allá de la tumba.
La salvación es del cielo arriba; El libro de Dios declara que Dios es amor.
Dios amó al mundo y envió a su Hijo a morir por los pecadores, por todos.
Cristo probó la muerte por todos: Era el propio plan de redención de Dios.
En la cruz del Calvario se pagó la deuda, Porque allí en Cristo fueron puestos nuestros pecados.
En la muerte, el Salvador inclinó Su cabeza, Allí se derramó Su sangre preciosa.
Dios no tiene otra cura para el pecado. Por la sangre derramada de Cristo el camino es seguro.
Cuando Cristo hubo quitado nuestro pecado, Su cuerpo yacía en la tumba de José.
Pero al tercer día Cristo resucitó para conquistar así a todos sus enemigos;
Luego ascendió por el cielo Para tomar el trono de Su Padre en lo alto.
Ahora, en la presencia del Padre, incesante es la oración del Salvador.
Todavía Él ora: “Todo lo tuyo es mío”, guardado para siempre por el poder Divino.
Cristo prometió preparar un lugar para todos los que reciban su gracia.
Algún día terminará la era de la gracia; El Señor del cielo descenderá.
Los muertos en Cristo oirán el llamado, Y de sus sepulcros saldrán.
Los santos vivientes se levantarán con ellos, Y se encontrarán con el Salvador en los cielos;
Y entonces veremos Su gloria, Y seremos como el Salvador.
Cuando lleguemos a nuestro hogar celestial, A lo largo de los siglos venideros,
La gracia de Dios en Cristo la conocerán los santos, Porque Dios ha prometido demostrarlo.
La vida eterna, el regalo de Dios, es gratis. Todo es por gracia para ti y para mí.
Así que en la Palabra de Dios apoyo mi caso, confiando en su gracia inagotable.
Dios no puede mentir, Su Palabra es segura; Y en Su Hijo estoy seguro,
Porque la obra de Cristo ha satisfecho, y por esa obra soy justificado.
Dios ha perdonado todos los pecados; Mi esperanza de gloria, Cristo dentro.
Estoy preparado mi Dios para encontrarme, porque en su Hijo estoy completo,
Y sellado para el día de la redención. Entonces, si por la muerte, o soy tomado.
No temeré mi estado futuro, Pero, amando a Cristo, serviré y esperaré.